La
víctima de la agresión nenoazi narra el ataque que sufrió él y un compañero por
tres radicales de ultraderecha.
Prefiere no decir su nombre por razones obvias.
Su discurso es sereno y ordenado. Pero su voz denota cansancio. Acaba de
terminar una nueva cura del navajazo que recibió la madrugada del jueves al
viernes en la calle Alfaros y cuando recuerda la escena es el único momento en
el que su voz se altera ligeramente. “Yo iba con un amigo por la calle Alfonso
XIII, bajando y buscando un bar, pero todo estaba cerrado. Entonces nos
cruzamos con ellos, que estaban en un portal”. Ellos son tres
jóvenes neonazis de edades comprendidas entre los 18 y los 25 años de que desde
el fin de semana duermen en prisión como presuntos autores de un delito de
homicidio, en grado de tentativa. La juez ha añadido el agravante de “racismo”
a pesar de que tanto el agredido como su compañero son blancos, al igual que
sus presuntos agresores.
“Nos dimos en seguida cuenta de que eran skinheads pero
iban en plan casual, sin los parches ni las etiquetas de banderas típicas. Pero
claro, eran cabezas rapadas”. Los tres se fijaron en la pareja que iba por la
calle. Los dos siguieron andando y torcieron por Alfaros. Allí comenzó la
persecución cuando se dieron cuenta de que iban a por ellos. Les acorralaron ya
cerca de la Cuesta del Bailío. “Yo sé cómo suelen actuar, atacando todos a la
vez. Así que me separé un poco de mi compañero. Nos gritaban y nos insultaban.
Nos decían que nos iban a matar. Uno de ellos nos gritó que éramos unos
antiespañoles y yo me encaré, diciéndole que a lo mejor el antiespañol era él.
En ese momento, uno de ellos me cortó el paso y el otro se acercó. No vi la
navaja hasta entonces”.
Acuchillado gravemente en un costado y en el
suelo, el ataque prosiguió hasta que de repente apareció un camión bajando por
Alfaros. “Eso fue lo que parece que les asustó porque salieron corriendo”,
recuerda la víctima. A pesar de sangrar profusamente, el conductor no atendió
al herido ni a su compañero. “Nos dijo que llamáramos a un taxi y que nos las
apañásemos solos”, recuerda con una risa amarga.
Tratando de taponar la herida con las dos manos
completamente ensangrentadas, los dos amigos terminaron en la Fuenseca, donde
finalmente apareció la policía y le trasladaron al hospital. “Lo que quiero
dejar claro es que no fue una pelea. Nos atacaron y me acuchillaron. Yo puedo
ser de izquierdas pero no pertenezco a ningún grupo ni a nada. Nos atacaron
porque sí”.
Cordopolis.es
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